¿Por qué un consulting?

Como muchos sabeis, aunque MOI tiene apenas medio año de vida, quienes formamos parte de este invento llevamos una década -diez años, se dice pronto- dedicados a la prescripción de producto entre profesionales.

Ahora lo hacemos alejándonos de la forma tradicional y explorando las posibilidades que ofrece ser un consulting. Explicamos el porqué:

A lo largo de este tiempo hemos ido viendo cómo ha evolucionado tanto el mercado como las empresas que en él nos peleamos por un trozo del pastel. Y esta evolución no ha sido si no un fiel reflejo de la -aparente- realidad económica del país.

Hace diez años había obras y dinero. Se hacían edificios públicos: centros cívicos, auditorios, centros de salud, edificios institucionales… Las empresas privadas estaban en crecimiento e invertían en nuevas oficinas. Se abrían negocios. La economía, en definitiva,  funcionaba: la gente -y el estado- no tenían miedo al gasto y los bancos daban crédito. Nos decían que España iba bien y así lo creía todo el mundo.

En esta situación de bonanza las empresas del sector comenzaron a hincharse al ritmo de la burbuja: exposiciones, infaestructuras, almacenes, vehículos, servicios de montaje, talleres… todo era poco por que era relativamente fácil de alimentar: había obras por doquier, los margenes comerciales eran suculentos. El milagro español.

no todo lo que decían era verdad

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Lo que ocurre es que desde hace unos siete años la cosa dejó de ser tan boyante. A los arquitectos empezaban a escasearles los encargos. Los concursos públicos se redujeron de manera atroz y una buena parte de los que había se sabía de antemano que iba a ser difícil que se lo diesen a alguien que no fuera el predestinado. Ya no era tan fácil alimentar esas maquinarias sobredimensionadas. Se le empezaban a ver las orejas al lobo.

El tiempo ha hecho que todo vaya a peor. Los estudios de arquitectura se han reducido al mínimo. Han desaparecido infinidad de ellos y muchos arquitectos han trasladado el estudio a una oficina en casa -realmente no hace falta mucho más según están las cosas-. Los presupuestos públicos se congelaron. Las empresas no invertían y muchas grandes corporaciones echaron el cerrojo… un panorama desolador.

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El panorama puede dar mucho miedo

En estas circunstancias, un modelo de empresa basado en una gran infraestructura propia es dificilmente sostenible por los tremendos gastos fijos que conlleva y que, inevitablemente, se trasladan al cliente.

Así, el planteamiento de MOI es el contrario. Nos basamos en nuestra capacidad de gestión, seguimiento y control de un proyecto externalizando todo lo que supondría gastos fijos.

Esta forma de trabajar nos permite hacerlo de una manera tremendamente flexible a la hora de proponer soluciones. Todo nuestro esfuerzo se basa en dar soluciones particulares a cada cliente y a cada proyecto sin estar atados a ningún tipo de condicionantes ni propios ni externos.

La gestión del producto directamente entre el fabricante y el cliente final nos hace ser tremendamente eficaces. El contar con empresas externas totalmente especializadas en su sector específico nos ayuda a que el número de posibles fallos sea muy reducido y los costes para la empresa -y por ello para el cliente final- muy reducidos.

La relación calidad/precio debe ser óptima.

La relación calidad/precio debe ser óptima.

En un mercado altamente competitivo como el actual en el que además de ofrecer una alta calidad hay que hacerlo a un precio competitivo, los márgenes comerciales deben estar tremendamente ajustados. Por ello cada pieza de una empresa debe tener el máximo rendimiento posible: almacenes sin mercancía, máquinas paradas, vehículos aparcados o montadores de brazos cruzados son lujos que hoy en día muy pocos se pueden permitir.

En MOI apostamos por el modelo contrario a estas estructuras hipertrofiadas. Nos esforzamos por fomentar la colaboración entre empresas y actuar como un cluster aprovechando sinergias y capacidades. Por que cada pieza del engranaje funcione al máximo rendimiento y con la máxima calidad. Tratando al cliente como la pieza angular de este proyecto y a quien deben ir enfocados todos nuestros esfuerzos.

Si no tenemos mercancía que almacenar, no tenemos que pagar un almacén. Si no hay ningún montaje que hacer, no tenemos que pagar montadores. Si no hay una pieza que fabricar no tenemos que pagar un taller y una maquinaria. Mientras tanto cada una de esas empresas sigue funcionando independientemente de nosotros de manera eficaz y especializados en su labor.

Respondiendo al título de esta entrada: por todo esto un consulting.

En próximas entradas hablaremos del modelo japonés y cómo tratamos de adaptarlo a nuestro día a día estando firmemente convencidos de que es la única manera de ser competitivos y de ofrecer una alta calidad.

 

 

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